martes, 24 de marzo de 2009

QUÉ TAN BIEN (O MAL) ESTA LA EDUCACION EN CHILE

Estimados Amigos:

QUÉ TAN BIEN (O MAL) ESTA LA EDUCACION EN CHILE

Luego de observar tantos y tan tristes episodios en nuestro país tales como la imposición tiránica de un sistema de transporte urbano tan malo que sus espantosas pérdidas se suman a deplorables hechos como lo que ocurre con los ancianos de nuestra tierra que se ven obligados a no transportarse y dejar de ver a sus seres queridos, unido a hospitales que no pueden atender por falta de los mínimos recursos y que exhibe como record listas de espera eternas, trenes que quedan parados sin poder funcionar, en un sistema cuyas pérdidas ponen la carne de gallina, escuelas que más parecen una serie de construcciones ligeras efectuadas por indigentes, además de situaciones como la de tener una clase política que tiene que rehacer una y otra vez hasta las leyes más sencillas por quedar mal diseñadas, o que a vista de todo el país se encierran para salir minutos más tarde con noticias de subidas de sus sueldos o asignaciones de dineros.
Todo lo anterior, y mucho más, sumado a la tozudez de un gobierno que se empeña en sacar adelante leyes como la Nueva Ley General de Educación, nos lleva a una inquietante pregunta: ¿Que tan bien (o mal) educado está nuestro país? Las personas como individuos particulares, y el grupo en su totalidad como nación. ¿Qué tan bien o mal formado está? ¿Es importante que nuestra gente sea bien educada? ¿Qué pasa con un país que es pequeño en cuanto a cantidad de habitantes y cuya educación es descuidada o abandonada? ¿Posee éste un carácter firme y sólido? ¿Puede enfrentar de manera verdaderamente efectiva los problemas, los desafíos, las luchas, las crisis, las complicaciones, las dificultades, etc., y aún las consecuencias de las propias decisiones? Luego de asistir a observar tantas brutales burradas a las que nuestros ciudadanos se “adaptan” sin “chistar”, ¿no demuestra que el carácter firme y consistente, que se desarrolla cuando existe una formación de verdaderamente buena calidad, no existe en la realidad? ¿Cuántos chilenos solo se quejan en secreto, mientras otros, como auténticas bestias irracionales, salen a la calle a hacer pedazos su propio país? ¿Sirve de algo que cada uno solo esté tratando de acaparar cosas para su propia parcelita? ¿Es suficiente transformarse en la China de América, donde el uno por ciento pose todo el poder y el dinero y el resto son solo un montón de pobres ignorantes, indigentes y esclavos sobre explotados, al servicio de ese pequeño grupo ideológico conformado por súper codiciosos e hiper avaros? ¿Qué tan bien (o mal) nos hace ser una nación ignorante?
Algunos dirán “si algo pasa usamos la famosa estrategia de la carne de cañón y asunto arreglado”, cuando se les explica que nos volvemos demasiado vulnerables al descuidar nuestra educación. Vulnerables y por lo mismo propensos a sufrir incursiones de nuestros belicosos y molestosos vecinos. A esta probabilidad preguntamos: ¿qué tan bien nos hace ser unos mal educados? ¿Ser formados como esclavos, como si fuéramos la gran masa (que no somos, pues contamos solo con 16 o 17 millones de ciudadanos) que se puede explotar para sacarle el jugo? Eso lo pueden pensar y hacer los Chinos, Los Indios, los Vietnamitas u otras naciones a quienes supuestamente “les sobra” la mano de obra. “Artos brutos p´a ser explotados” dirían algunos. Pero ¿no sería peligroso para nuestro país pensar así? ¿Y aún peor, actuar en conformidad? Cuando una nación es tan pequeña como la nuestra, lo sensato, lo juicioso, lo sabio, lo inteligente sería considerar a cada ciudadano con un valor único. Es simple estrategia de supervivencia. Por lo mismo no podemos educarnos con una mirada mezquina, con una actitud de alimentar la simple codicia, o avaricia. ¿Qué ventaja sacaríamos de ello al enfrentar los retos país, los desafíos nacionales? Nadie puede enfrentar las guerras solo, pues el mero intento es hacer el soberano ridículo. Únicamente las naciones estúpidas creen que se puede alcanzar las metas y propósitos nacionales mediante el esfuerzo y la preparación de unos pocos. ¿Desde cuando una mesa de una sola pata sirve realmente para algo? Un chileno que pertenece a un Chile ignorante, rasca, atorrante, roto, vulgar, bruto, mediocre, estúpido, es un chileno de las mismas características, no importa cuánto dinero posea o cuanto poder tenga. Lo demás es mentirnos a nosotros mismos, pues los otros países nos miraran así. ¿Qué supuestamente nos respetan por lo que hemos hecho en el pasado? ¡¡¡Mentira!!! A lo más sienten la natural envidia, especialmente muchos de nuestros vecinos aparentemente amistosos.
Si nos comparamos con otros países que se encuentran en condiciones similares, como por ejemplo: Suiza durante la segunda Guerra Mundial a la que la poderosa Alemania Nazi pensó en algún momento invadir y aplastar, o el actual Israel a quién sus agresivos vecinos y un gran número de musulmanes radicales quieren borrar del mapa, nos podemos llevar una sorpresa. ¿Que tanto nos quieren nuestros supuestos “buenos y pacíficos” vecinos? ¿Nuestros “competidores”? ¿Qué tan bien nos hace tratarnos tan mal a nosotros mismos? Por como se presentan las cosas, ¿qué pasará si algunos de estos días nos encontramos como nación enterrados en trincheras tratando de repeler los violentos intentos de nuestros “amigables” vecinos? ¿Cómo nos entenderemos? ¿Qué cuenta nos pasará el estar tan mal formados, o tan bien deformados? ¿Cuál es el precio que paga un país por ser mal educado? No basta estar bien formado como individuo si lo que debemos encarar, enfrentar, resolver, es como nación. Un país con una cantidad de habitantes tan limitada como el nuestro debe tomarse muy pero muy en serio su educación, su formación, el desarrollo de su aprendizaje.

Por otro lado se habla mucho de la “calidad” de la educación. Pero ¿qué significa esto para nuestro país en definitiva? ¿Cómo definimos, para nuestra seguridad, para nuestro presente, para nuestro futuro este complejo concepto? ¿Qué tan contundente, sólida, completa e integral debe ser esta definición? Recordemos que de eso dependen en gran medida las decisiones que tomemos en materia de elementos de formación. La calidad de nuestra educación tendrá un directo impacto en el tipo de competencia en el que podamos entrar y la clase de éxito permanente o transitorio que logremos. El verdadero tipo de seres humanos particulares y grupales que seremos. La definición que nos demos del concepto “calidad” será la base (firme o gelatinosa), el fundamento, el cimiento sobre el cual construiremos nuestra nación entera. Todo el mundo respeta a la “realeza” de Inglaterra porque primordialmente todos los países respetan a la Gran Bretaña. Es imposible honrar adecuadamente a uno si el grupo al que pertenece es mirado como grotesco y rechazado.
Debemos competir permanentemente en la guerra comercial Internacional, en la de innovación industrial y tecnológica, en el área de la investigación científica, etc., y tal vez algún día debamos tener que defender hasta a nuestra nación de intervención o agresión extranjera. ¿De que manera lo estamos haciendo hoy, y como lo haremos en el futuro? ¿Qué vamos a hacer si seguimos tan mal educados como lo estamos hoy? ¿Por qué razón nos sentimos tan seguros las actuales seis generaciones que pisamos nuestra tierra (bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos, bisnietos) si no nos hemos dado la buena formación que necesitamos con tanta urgencia? ¿Una educación que verdaderamente nos uno y no algo como la actual que solo nos divide? Nos engañamos a nosotros mismos con elementos tales como el SIMCE, la PSU, la Evaluación Docente, la nueva Ley General de Educación, el regresar todo el sistema educacional al Estado, el sistema estatal versus el particular, etc. y olvidamos tratar los temas de fondo. El Campo de la Educación es muy amplio, sin embargo puede ser efectivamente bien definido y delimitado. No pertenece a un grupo específico de profesionales por muchos que estos sean en número, ni tiene dueño por más que algunos especialistas se presenten como los expertos en todo, doctores o semidioses de la enseñanza. La verdad es que erróneamente Chile no pose el concepto de equipo, ni toma en serio el trabajo de grupo multidisciplinario.
Simplemente cada cual trata de “matar su propio toro”, sin considerar que las naciones son la base desde la cual se construyen las historias familiares y personales. El equipo educativo, conformado por toda clase de profesionales tales como los Psicopedagogos, los Profesores, los Psicólogos educacionales, los Educadores diferenciales, los(as) educadores de párvulos, los directivos educacionales, etc., además de los padres y apoderados y organizaciones sociales y culturales dedicadas al mundo educativo, conforman en conjunto una fuerte Infraestructura sobre la cual sostener el trabajo formativo serio. Pero ¿se encuentran o se han hallado alguna vez trabajando en Chile como equipo educativo, bajo un plan común? ¿Se han sentado a pensar, a analizar, a investigar, a crear y planear, a tomar decisiones pensando como nación, con cordura y buen juicio? ¿Han dejado de lado sus mezquinos deseos partidistas particulares para ver las cosas como país, como un estado, por el bien de todos? ¿No somos todos chilenos? ¿Quién amará a nuestra nación más que nosotros?

Finalmente, si los ciudadanos de nuestro país se engañan a sí mismos con tan brutal frecuencia, y se permiten además el ser abusados con tanta saña, de manera tan bestial, de tantas y tan variadas formas, por personas, empresas y aún el propio gobierno que dice administrar para beneficiarlos a ellos (pero que frecuentemente toma decisiones que ofenden, dañan, agreden, ensucian, deshonran, arruinan, etc., a toda la ciudadanía), y también consienten el ser divididos por intereses únicamente particulares y egoístas, ser puestos a pelear unos contra otros y ser empobrecidos en todas o casi todas las áreas posibles, ¿no es eso una prueba de lo mal formado que estamos como pueblo? ¿No es esa una prueba fehaciente del rotundo fracaso de toda la educación chilena de los últimos cincuenta años? El que los chilenos no tengan desarrollado un carácter firme, una personalidad sana y consistente, un cerebro culto, innovador y bien preparado, que les permita cosas tales como decir que no a todo aquello que los daña en el momento preciso y de la forma o maneras apropiadas e irresistibles, ¿no nos dice que no hemos tomado realmente en serio nuestra formación? ¿No nos muestra esto que no hemos dado la seriedad que se debe al campo de la educación?
Un famoso ser expresó una vez: “Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá”. ¿Si la pésima educación que hasta hoy llevamos adelante todos en la nación nos divide de manera tan grave y profunda ¿Cuánto tiempo más sobreviviremos como país? ¿Qué tan bien (o MAL) lo estamos haciendo? ¿Y cuales serán las verdaderas consecuencias? Si no nos hacemos responsables de lo que estamos forjando como nación, ¿quién más lo hará? ¿Y como lo haremos si somos solo un grupo de mal educados?


Colaborador ANDE

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